Desde la visión de una arquitecta y su experiencia como colaboradora foránea

El tema de los confortables y agradables espacios de trabajo hoy en día toma mucho poder dentro de las corporaciones que buscan retener a sus colaboradores valiosos, pero por otro lado las jóvenes generaciones que comienzan a emplearse idealizan tener espacios de trabajo con cierto nivel o estatus, siendo que no todas las industrias o empresas pueden ofrecer espacios de trabajo de carácter ejecutivo o alternativo, porque no pertenecen a un rubro de esta índole.

Lo que voy a compartirles es desde mi experiencia laboral como arquitecta que ha colaborado en macro proyectos dentro de la industria de la construcción y por otro lado todo lo que descubro como docente de cátedra a través de los alumnos de arquitectura, quienes idealizan en su gran mayoría una vida laboral de corte alternativo para creativos, siendo que el perfil de la profesión no es del todo así, pero considero que esta idealización es producto de lo que se muestra en redes sociales, plataformas de contenidos, etc.

Las grandes constructoras y las oficinas de arquitectura no trabajan bajo el mismo esquema, son mundos muy distintos. Las oficinas de arquitectura tienen esquemas tradicionales ejecutivos ya conocidos o fomentan un ambiente alternativo de coworking, mientras que en la industria de la construcción la estructura de trabajo se adapta a las características del proyecto, se montan instalaciones temporales llamadas oficinas técnicas en donde se va a construir el proyecto. Son espacios de trabajo con lo mínimo necesario para operar ya que los arquitectos e ingenieros necesitan de un espacio para realizar trabajo de gabinete al mismo tiempo que se hace el trabajo de campo, bajo esta premisa la austeridad de las instalaciones no está peleada con el bienestar colaborativo que se da en ese tipo de ambientes de trabajo, pero el confort evidentemente no se hace presente, son ambientes rudos.

Pero las cosas cambian radicalmente cuando te conviertes en un colaborador foráneo. Tuve la oportunidad de participar en un macroproyecto carretero en el estado de Jalisco en donde fui contratada por una constructora con sede en CDMX, mi estatus de contratación fue de “colaboradora foránea” ya que mi lugar de residencia no era en dicho estado. El esquema de trabajo se fundamentaba bajo procedimientos operativos bastantes sencillos. Nos otorgaban todos los recursos necesarios para montar “campamentos”, que se traduce en buscar una casa de tu preferencia y agrado para instalarte cerca de la zona del desarrollo del proyecto y en dicho inmueble designar tu espacio de trabajo administrativo y tu residencia personal; trabajas en donde vives, aquí no se montaban oficinas técnicas en la obra. El contacto con la central de CDMX era online y el rendimiento se valoraba bajo el avance de obra que los cronogramas marcaban. Cuando el proyecto se daba por concluido ya te estaban reubicando a otro estado del país para desarrollar el nuevo proyecto contratado.

Gracias a esta experiencia laboral tan valiosa pude detectar que la libertad de decidir como montas ese campamento para poder vivir y trabajar te permite enfocarte completamente en el trabajo y conectas de una manera más orgánica y humana con la empresa. Estas formas de operar te llevan a desarrollar herramientas importantes a nivel de compromiso laboral, ya que en tu madurez y profesionalismo colocan su confianza este tipo de constructoras de gran infraestructura operativa para que los proyectos se ejecuten con éxito.

Esto que comparto es con la finalidad de poder transmitirle a mis alumnos y a las jóvenes generaciones de arquitectos que se den la oportunidad de explorar todo los ambientes laborales propios de nuestra profesión antes de decidir quedarse con la única experiencia de estar detrás de una pantalla solo diseñando o dibujando proyectos, ya que si de verdad quieren trascender en este hermoso oficio hay que salir y experimentar en todos los medios posibles propios de la profesión: desde estar en las cómodas y lujosas oficinas hasta trabajar en instalaciones austeras propias del trabajo de campo, así nos lo demanda nuestra profesión.

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