Narrativa sobre turismo rural alternativo sostenible, en Calpan, Puebla

 

Como turismóloga de corazón, pasión y profesión (como me describo), he estado siempre en la búsqueda de fomentar el amor a la actividad turística y al servicio hospitalario que caracteriza a nuestro país; a desarrollar interés en nuestros usos y costumbres de tal forma que logremos valorar «lo nuestro», para ser embajadores de tan grandes privilegios que nos describen… únicos por nuestras creencias religiosas, la localidad, comunidad o pueblo donde se creció y nuestra familia tradicionalista, que por generaciones consolidan y potencializan esa especial identidad «sostenible».

La vida me ha permitido, a través de mi vida laboral y académica, ser portadora de este espíritu de servicio para contagiar a los que me han acompañado en mi caminar. Un reto de vida es dejar en la comunidad que me acogió un desarrollo de turismo alternativo rural sostenible, donde se sumarán, trabajarán en comunidad, capitalizarán sus cosechas, su cerro, sus usos y costumbres las 20 familias de la ranchería de Dolores, Calpan.

Mi acercamiento con esta comunidad fue desde hace 25 años, precisamente en 1998 me dejé conquistar por un terreno que me ofrecieron para construir mi casa… sueño que deseaba realizar desde que tengo uso de razón: construir una casa a las afueras de la ciudad, en el campo, entre siembras y personas locales con quienes pueda convivir y crecer, aprender y adquirir conocimientos de la localidad. Me comprometí con un bello paisaje frente al Popocatépetl e Iztaccíhuatl (atardeceres), así como con los volcanes Malintzi y Citlaltépetl (amaneceres)… acogida por la comunidad de la ranchería Dolores, donde las siembras del tejocote, pera, manzana y durazno son las más sabrosas de la temporada. Desde el primer año observé que las personas de la localidad tienen árboles con dos o tres troncos entrelazados; en verano, un árbol dio una peras jugosas, pequeñas, cafés y brillosas… pero mi confusión fue que, en noviembre y diciembre, del mismo árbol brotaban tejocotes. Llegué a pensar que me había equivocado de árbol o camino.

Lo sorprendente de la zona es que la mayoría de los campesinos en la región aprovechan los nutrientes e insumos de las tierras dos veces al año, capitalizando su vida anual con dos cosechas de un mismo árbol (verano e invierno)… esto significa que siembran juntas dos semillas de diferentes fruto (tejocote-pera/ tejocote-durazno), además, hay variedad de insumos que se cosechan en la región: nogal, manzano, amaranto, capulín, jitomate, elote, cebolla, frijol, rábano, entre muchos más. Zona bendecida para la temporada de los chiles en nogada, donde se celebra una feria desde finales de julio, todo agosto y principios de septiembre, con gran éxito, ya que existen 74 hogares en San Andrés Calpan, autorizados para la producción y venta de los chiles en nogada, gracias a la certificación de CANIRAC-Puebla que, junto con instituciones universitarias, capacita a los lugareños para organizar hogares, fondas y pequeños establecimientos con este reconocimiento que garantiza la higiene y sanidad en la cosecha y manipulación de la materia prima de la localidad, y los buenos hábitos en la elaboración y producción del platillo emblemático; acción que ha generado entre los nativos de Calpan asertividad y orgullo, nuevas habilidades de servicio y trato a los visitantes y/o turistas… abriendo sus casas, jardines y establecimientos a personas que desean adentrarse en la gastronomía de la zona.

Pues bien, la actividad turística gastronómica que se presenta contribuye al desarrollo económico de una región, y fomenta la convivencia y recreación con la finalidad de apartarse de las obligaciones cotidianas.

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