La pieza de arte como inicio de una conversación

 

Siempre me ha llamado la atención lo que la gente cuelga en sus espacios de trabajo o lugares donde vive. Normalmente uno se rodea de cosas que le producen un gusto o placer. Una pieza de arte dice mucho de la persona que la posee. Me ha ocurrido frecuentemente en los consultorios médicos. Antes de iniciar la consulta y comenzar a contar mis males que me aquejan, converso sobre alguna pieza que cuelga del muro del consultorio como una manera de romper el hielo y abordar realmente el motivo de estar ahí.

Una pieza de arte tiene el poder de hacernos reflexionar y ayudarnos a mantener la calma en situaciones de stress emocional. Una pieza de arte va más allá de una cuestión estética; desde hace muchos años se le ha reconocido ese poder de sanación y esperanza. Tiene un gran impacto psicológico en nuestra mente ayudando a mantener la paz mental en situaciones críticas o de presión a lo largo del día.

Las Nenúfares de Monet son un perfecto ejemplo de una obra que invita a la reflexión, meditación, contemplación. Una obra que ocupó 30 años de la vida del artista, su último gran legado que pareciera que buscaba sanar a los espectadores de los horrores vividos durante la guerra. Monet donó esta obra el día después que se firmó el armisticio que dio fin a la Primera Guerra Mundial. Desde el año de 1927 se encuentran en el museo de l’Orangerie en Paris.

Tener arte en nuestro lugar de trabajo es una de muchas maneras de ayudar a mejorar nuestro ambiente laboral. Permite que nuestros colaboradores vean las cosas con una perspectiva diferente, se estimule la creatividad y la observación reflexiva.  No es necesario ser un experto en arte para poder disfrutar de una pieza de arte, ya que esa primera experiencia se da de una manera emocional no teórica. Lo importante son los sentimientos que provoca entre nosotros.

Nunca he entendido por qué las paredes de los salones en la mayoría de las universidades siempre están vacías. Los salones de aprendizaje en las escuelas de edad prescolar están llenos de imágenes que estimulan el aprendizaje y la creatividad de los niños. Conforme se va progresando en el sistema educativo, las aulas se van convirtiendo en lugares más sobrios donde en muchas ocasiones el estímulo del aprendizaje se reduce a la pizarra o pantalla de proyección.

Las organizaciones privadas y públicas tienen en el arte un camino para fomentar la creatividad en sus diversos entornos. Esta atmósfera puede despertar el interés en los empleados y colaboradores en ir a museos y galerías a observar arte. El ver una pieza de arte te obliga a la primera reflexión ¿Me gusta o no me gusta? Inevitablemente te hace pensar en la segunda pregunta ¿Por qué me gusta o me desagrada? Ese análisis de observación y descripción de la pieza de arte puede ser llevada a las oficinas y salones de clase para poder analizar y resolver los problemas con una nueva perspectiva.

No perdamos la oportunidad de rodearnos de objetos que nos ayuden a sentirnos mejor. Pensemos en las horas que pasamos en la oficina y cómo podemos hacer que este tiempo sea más productivo, placentero y eficaz. No subestimemos el poder del arte y no tengamos temor a rodearnos de él.

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