Desarrollo económico y medio ambiente: retos sociales y oportunidades de negocio en la coyuntura actual

 

El desarrollo económico es un proceso mediante el cual el bienestar de los habitantes de un país incrementa. Aunque existe más de un indicador de desarrollo, a menudo (y no con pocas críticas) se utiliza el ingreso o PIB per cápita para reflejar dicho nivel de bienestar. Una consecuencia del desarrollo económico es que nuevos bienes y servicios se introducen a la oferta de bienes comerciados dentro del país. Sin embargo, ¿cuál es el efecto del desarrollo económico sobre el medioambiente? Y ¿qué implicaciones tiene el desarrollo económico sobre las oportunidades de negocios?

Desde una perspectiva económica, la Curva Ambiental de Kuznetz (CAK) intenta responder a la primera pregunta. De acuerdo a la hipótesis mencionada, en una fase inicial, el desarrollo tiene un impacto negativo sobre el ambiente. Sin embargo, al alcanzar un cierto nivel de desarrollo, el efecto de este proceso disminuye. Por ejemplo, en el caso de las emisiones de gases de efecto invernadero ­–responsables del cambio climático– se esperaría que cuando el ingreso per cápita es bajo, las emisiones aumentarán conforme el ingreso incrementa. Sin embargo, al alcanzar un determinado nivel de ingreso, las emisiones comenzarían a disminuir paulatinamente.

De acuerdo a información del Banco Mundial, en el periodo 1990-2019 el ingreso per cápita en México se incrementó a una tasa promedio anual de 1.1 % en términos reales, al pasar de 112,000 a 147,000 pesos anuales. Durante el mismo periodo, las emisiones de dióxido de carbono per cápita pasaron de 3.3 toneladas en 1990, a un máximo de 4.2 en 2012, para finalizar en 3.6 toneladas en 2019. Es decir, el incremento inicial de las emisiones per cápita de CO2 fue seguido por una disminución gradual de éstas. La relación descrita (y a falta de un análisis más riguroso) es por tanto consistente con el comportamiento predicho por la CAK.

Ahora bien, aunque existe una multiplicidad de factores detrás de la relación antes descrita, una explicación plausible es una evolución en la conciencia ambiental social. Es decir, la conservación y protección del medioambiente toman cada vez más peso en las decisiones de los consumidores y, por lo tanto, se dictan nuevas pautas a los mercados.

La industria del automóvil es quizás uno de los ejemplos más claros en la actualidad en este aspecto. Debido al desarrollo económico, se crea una mayor conciencia en la sociedad sobre los efectos negativos que tiene sobre el ambiente el uso excesivo de los combustibles fósiles. Por consiguiente, los consumidores buscan alternativas amigables con el ambiente para solventar sus necesidades de movilidad. Surgiendo de este modo, entre otras alternativas, motorizaciones distintas a la combustión interna, como los automóviles eléctricos.

De acuerdo a cifras del INEGI, las ventas de automóviles eléctricos representan únicamente el 0.5 % del total. Sin embargo, en los últimos años se han incrementado a un ritmo extraordinario. Al comparar las ventas de 2021 con 2022, el aumento porcentual fue de tres cifras.

La adopción de dicha tecnología, no obstante, representa un reto para los mercados complementarios. Por ejemplo, en el país se carece de una infraestructura suficiente de puntos de carga. Aunado a lo anterior, la red de distribución eléctrica no se encuentra adaptada a las necesidades técnicas para la instalación de cargadores domésticos. Además, el reciclaje de baterías representa un reto importante cuando éstas completan su vida útil. Sin embargo, tales obstáculos propician el desarrollo de mercados antes ausentes que, sin duda y más allá del marco regulatorio actual, se desarrollarán en los años venideros para satisfacer las necesidades de los consumidores y, sobre todo, para brindar una adecuada protección del ambiente y propiciar el bienestar social. Las innovaciones necesarias para adaptar los mercados a tales necesidades ofrecen una oportunidad de negocios para el país y la sociedad sin precedentes.

Cabe destacar que los cambios profundos antes descritos no son exclusivos del sector automotriz. Necesidades de innovación similares serán necesarias en otros sectores de la economía, como la generación y distribución de energía, la producción de alimentos, el transporte público, entre otros.

El tiempo nos dirá si como sociedad supimos aprovechar estas oportunidades para propiciar un desarrollo económico más equitativo, solidario y sostenible.

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