Una propuesta táctica para romper barreras organizacionales

Estrategias de negocio

 

El campo de la estrategia ha evolucionado tremendamente en los últimos 30 años, así como la literatura sobre modelos de negocio lo ha hecho en la última década. No obstante, parece ser que hay una falta de claridad con respecto a estos conceptos, por lo que es difícil diferenciar la noción de modelo de negocio de otros conceptos relacionados con la práctica administrativa. Específicamente, la delimitación del modelo de negocio de la estrategia sigue siendo ambigua.

Hay algunos trabajos que han abordado esta diferenciación desde el plano conceptual. Por ejemplo, la propuesta de Casadesus-Masanell y Ricart (2010) es muy interesante para distinguir la relación entre estrategia, modelo de negocio y táctica. Para estos autores, el modelo de negocio se refiere a la lógica de la empresa, es decir, la forma en que opera y crea valor para sus diferentes grupos de interés; estrategia se refiere a la elección consciente del modelo de negocio a través del cual la empresa competirá en el mercado; mientras que la táctica se refiere a las opciones residuales que tiene la empresa en virtud del modelo de negocio que haya elegido. A partir de esta propuesta, se puede apreciar que la estrategia y el modelo de negocio están estrechamente relacionados, pero son conceptos diferentes, por lo que el modelo de negocio es el reflejo y, en parte, resultado de la estrategia empleada por la empresa. En consecuencia, la estrategia y el modelo de negocio se complementan entre sí y, presumiblemente, influyen en el desempeño de la empresa.

Una vez que se ha planteado esta perspectiva, ahora es más fácil enfatizar en el modelo de negocio. En términos sencillos, el modelo de negocio ofrece el marco para comprender que una empresa lleva a cabo actividades que le ayudan a operar de manera eficiente y actividades que le ayudan a innovar. Ya sea por eficiencia o innovación, Chesbrough (2012) ya nos sugería que las fuentes de conocimiento externas a la empresa pueden influir significativamente no sólo en la operación, sino también en el diseño mismo del modelo de negocio. Con base en este razonamiento, resultaría conveniente facilitar el acceso a estas fuentes de conocimiento externo, entre ellas los clientes, proveedores, socios estratégicos, entre otros. Sin embargo, el modelo de negocio también debe abordar las necesidades de coordinación interna que surgen cuando la empresa involucra a diferentes partes externas. La necesidad de satisfacer ambas demandas requiere de un diseño en el modelo de negocio que permita simultáneamente la descentralización y asegure que los esfuerzos descentralizados se coordinen durante todo su proceso. Aquí es donde hace su aparición la táctica.

Una forma de coordinar estos esfuerzos es mediante la formación de equipos de trabajos. La pandemia del COVID-19 vino a demostrar que el ser humano es capaz de adaptarse a nuevas condiciones y las empresas no son ajenas a ello. Los equipos multidisciplinarios, multiculturales o transnacionales que se formaron tuvieron que trabajar de forma coordinada para romper barreras organizacionales, y poder así sobrepasar los inconvenientes que trajo consigo la pandemia. En otras palabras, al mismo tiempo que se daba el aislamiento, se tenía que trabajar colaborativamente y todo esto gracias a las tecnologías de información y comunicación. Ya lo dijo Gary Hamel (2009), el centro del cambio de toda organización y de toda sociedad está en las personas y es gracias a su capacidad de adaptación que es necesario cambiar la forma en que nos organizamos, porque la forma en que se venían operando algunas funciones o actividades del modelo de negocio, al menos, hasta antes de la pandemia, ocultaban vicios, excesos o ineficiencias.

Por esta razón, la libertad con responsabilidad, el talento y la capacidad de las personas son las que pueden promover un mejor funcionamiento del modelo de negocio, sin importar dónde están físicamente. La barrera de lo físico o material ya ha quedado superada, ahora hace falta afinar la forma de hacer las cosas y llevarlas a un siguiente nivel para dar más y mejores experiencias a todos aquellos grupos, tanto internos como externos, que les interesa y les conviene que le vaya bien a la empresa.

Referencias:

  • Casadesus-Masanell, R. y Ricart, J. E. (2010). From strategy to business models and onto tactics. Long Range Planning, 43, 195-215.
  • Chesbrough, H. (2012). Open innovation. Re- search Technology Management, 55, 20-27.
  • Hamel, G. (2009). Moon shots for management. Harvard Business Review, 87, 91-98.
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